martes, 09 de octubre de 2012
OLMILLOS - El pueblo ribereño ha visto incrementada su población con la llegada temporal de los trabajadores de la plantación de lechugas.
Más de 13.000 kilómetros separan Tailandia de la localidad ribereña de Olmillos. Entre ambos pueblos existen también notables diferencias culturales, gastronómicas y sociales, pero desde hace unos años, esta pedanía de San Esteban de Gormaz tiene sabor asiático y Tailandia sabe dónde se ubica en el mapa la localidad de Olmillos, gracias a la convivencia y el cariño de dos pueblos y culturas.
Desde que Olmillos apostara por la modernización de su regadío, el sistema de producción agraria cambió notablemente en la localidad. Su gran apuesta por el cultivo intensivo de lechugas, y para ello hacía falta una mano de obra que no se encontraba en aquel momento de bonanza económica en España.
Entonces llegaron ellos, hace cinco años la empresa Florette contrató a unos 110 tailandeses para que trabajaran en los cultivos que la compañía tenía en Olmillos, Navarra, Córdoba y Murcia. Rotan por estas comarcas en función de la temporada de recolección, y su llegada a Olmillos es festejada, por los vecinos, como una fiesta, porque desde su llegada la integración y relación de ambos ha sido extraordinaria y actualmente son ya hijos del pueblo.
Para un pueblo de unos 40 habitantes, el campamento tailandés es casi un barrio del núcleo, y los tailandeses unos compañeros del día a día que trabajan y viven entre ellos, con total normalidad.
La muestra de este interés y cariño mutuo es que hace tres años, cuando 12 tailandeses se intoxicaron al comer unas setas venenosas el pueblo se conmocionó.
Finalmente aquel suceso quedó en un susto y permitió poner de manifiesto, para el resto de los sorianos, el cariño que el pueblo de Olmillos tenía a los tailandeses a los que veían «como unos más del pueblo», según explicaban los vecinos.
Desde 2010 que sucedió aquel hecho, las relaciones entre los tailandeses y los vecinos de Olmillos han ido estrechándose aún más y es habitual encontrar a asiáticos en el bar del pueblo cuando llegan las fiestas, o vecinos de Olmillos charlando con los tailandeses en su campamento, cuando van de paseo por los alrededores del pueblo.
Pero este verano, la convivencia se ha puesto de manifiesto incluso de forma oficial, con la visita de miembros de la embajada de Tailandia a mediados de agosto y la visita del embajador en España a principios de septiembre.
El encuentro permitió intercambiar opiniones y costumbres y aprender más sobre las tradiciones de cada pueblo.
Aprovechando que era verano y el incremento de vecinos de Olmillos, que acuden al pueblo a pasar los meses estivales, era notable, también disfrutaron de un curioso deporte: el Sepak Tawrak, una modalidad deportiva tailandesa que enseñaron a los jóvenes de la ribera para que pudieran disputar un partido juntos.
El embajador de Tailandia, Kulkumut Singhara, en su visita a la localidad de Olmillos, no acudió con las manos vacías. Desde la embajada había preparado unas camisetas con las banderas de España y Tailandia cruzadas sobre el nombre del deporte, para dejar constancia del hermanamiento de dos pueblos.
Pero el embajador también pudo comprobar que la integración ha llegado hasta los juegos tradicionales españoles. Con una calva preparada en una de las calles de la localidad, los tailandeses y sorianos se intercambiaban los hierros para probar puntería y aprender y enseñar, respectivamente, una tradición castellana que todavía está vigente en los pueblos de la provincia de Soria y en la comarca ribereña.
Un embajador cercano que se sentó entre los vecinos de Olmillos y conversó con ellos con amabilidad y cariño, especialmente con los más mayores, a los que demostró su respeto y a los que pidió que velaran por sus compatriotas y les asesoraran en cuestiones como costumbres para que la convivencia nunca tuviera sombras.
«Mis paisanos vienen de Asia y si hacen algo incorrecto a causa de la tradición que sepan que todos los abuelitos pueden ayudarles y explicarles: oye aquí no se puede hacer», explicó el embajador en su primera visita a la localidad, agradeciendo a los vecinos la ayuda para que la integración y el respeto sean las señas de identidad de la convivencia de estos dos pueblo.
Y de esta convivencia todas aprenden cosas, desde costumbres y deportes hasta recetas.
La comida asiática es picante, algo que los tailandeses reproducen en sus platos utilizando especias, mientras que los vecinos de Olmillos no dudan en que los trabajadores de las lechugas les acompañen a las bodegas, aprendan a beber de bota o porrón y disfruten del sabor de unas buenas chuletas a la parrilla, asadas sobre sarmientos, como manda la receta ribereña.
La comunidad tailandeses residen en un campamento de barracones a las afueras de la localidad, haciendo vida conjunta, pero también integrándose en las actividades locales, intercambiando vino y amistad con sonrisas, karaokes y cenas en el campamento o las bodegas.
El mayor problema de comunicación lo tienen con el idioma, ya que todavía no han aprendido bien español, y los tailandeses buscan siempre el apoyo de un compatriota Kanopó, para que ejerza de traductor.
Pero cuando las relaciones son buenas, basta con sonrisas, gestos y señas para poder comunicarse. Olmillos y Tailandia han sido capaces de demostrar al mundo que la convivencia de dos culturas es sencilla.