Javier Romero Macarrón lleva prácticamente toda su vida en la hostelería. Después de trabajar durante años como camarero en distintos establecimientos, un día dio el salto al emprendimiento y abrió su propio bar, en un local de alquiler, Bar Javi, en San Esteban de Gormaz. Pero tras años con el negocio apostó por crear su propio negocio, creciendo como empresa y abriéndose a nuevas áreas dentro de la hostelería, y así abrió las puertas del hotel rural El Alquerque el 1 de julio de 2004.
El establecimiento ubicado en la Placituela de la villa ribereña combina un bar, restaurante por encargo y habitaciones de un hotel rural de cuatro estrellas que forma parte de la ruta del Vino Ribera del Duero y que ofrece cuatro habitaciones dobles (que se pueden añadir supletorias) y un apartamento, que permiten alojar a 14 personas.
Durante sus primeros años, tuvo abierto a diario el restaurante, pero el pequeño tamaño del salón, les llevó a centrarse en bar y hotel rural y mantener el servicio de restauración, únicamente como encargo, para bodas, comidas y cenas, eventos, vinos españoles o cualquier otra celebración.
Lo que el cliente sí puede encontrar en su barra a diario en una amplia oferta de pinchos, entre los que destaca el pincho de pulpo, la especialidad del Alquerque, como señala Javier Romero. Aunque si este cocinero y empresario tiene que quedarse con un plato de su cocina es el asado.
Entre los eventos hay comuniones, bodas, bodegas de oro, cócteles y su servicio de catering le ha llevado a “dar comidas en bodegas como Atauta o en los lagares de Langa de Duero”, explica, reconociendo que, además de sus instalaciones, “si un cliente nos llama para un evento, nosotros le llevamos el catering”, afirma. De esa manera ofrece una carta variada, para que se pueda optar por platos calientes y fríos, tradicionales o innovadores, menú completo o picoteo, al gusto del cliente y en función de su presupuesto y sus necesidades.
Otra de las citas fijas en las que siempre participa Javier Romero es en el Tapea Ojalado, Brinda Ribera que, desde hace diez años, puso en marcha el Ayuntamiento. Su establecimiento ha participado desde la primera edición, sin faltar nunca a la cita, buscando “hacer algo para animar a que saliera la gente”. Y este fin de semana ha dado una buena muestra de ello, vendiendo más de 1.000 tapas de su pan bao con ojalado que, según Romero “ha sido de los años que más ha gustado”. Un trabajo que tiene recompensa por la satisfacción del cliente, ya que supone muchas horas de trabajo, no solo en barra sino de preelaboración, aunque todavía recuerda el ojalado con tempura de hace un par de años, que le supuso mucha carga de fue aún más laboriosa.
En un futuro, cuando pueda llevar a cabo una ampliación de sus instalaciones, se volverá a ofrecer a diario comidas, “porque ahora no tenemos sitio, pero si hiciéramos la ampliación podríamos tener una cocina más grande y restaurante”, explica mientras confía en ampliar el negocio, lo que supondría también una ampliación de plantilla. Ahora mismo cuenta con dos camareros contratados, “pero en momentos puntuales contrato a más personal para barra o cocina”, explica, como este fin de semana cuando ha contratado a otro cocinero.