Bodegas Antídoto, ubicadas en San esteban de Gormaz, en el inicio de la Ribera del Duero soriana, eligió el Espacio Santa Clara de la capital para desarrollar una cata vertical de sus vinos La Hormiga y Le Rosé, elaborados con mimo y talento por Bertrand Soudais y David Hernando, en cepas centenarias del extremo soriano.
Y lo hacen en Soria “donde empieza todo”, como anunciaron al inicio de una presentación en la que estuvieron arropados por su equipo, por responsables de La bodega de Pepe y por el Ayuntamiento de Soria, a través de Teresa Valdenebro, como concejal de Comercio, quien presentó el centro como "un orgullo para Soria”, después de que el Consistorio haya invertido dos millones de euros en este “rescate patrimonial”, en un maridaje perfectos con estos rosados y tintos de la bodega ribereña.
Las nuevas añadas presentadas por Sourdais y Hernando apuestan por “dar el salto sobre las definiciones de un gran vino”, en referencia al cambio de mentalidad que ha obtenido el rosado en los últimos años, gracias “un entorno que ha capturado estas cepas” y que ya se tenía asumido en los tintos, pero que ahora lo hace también con un rosado con mayúsculas. Porque Le Rosé de Antídoto es eso: un gran vino que recoge todo el saber ancestral de “esos sabios del pueblo” como define Sourdais a los vitivinicultores de la zona que han sabido lograr una “genial alquimia” entre las uvas blancas de albillo y el tempranillo, el tinto fino del país. “El clarete ha sido la riqueza de Francia hasta el siglo XVIII”, recordó el enólogo francés, quien asegura que el tinto es un producto “bastante reciente” y que el rosé que elaboran en Antídoto recuerda a la esencia de una vida, que es refrescar, por eso animó a “beber estos vinos sin complejos”, añadió. Y así presentaron sus grandes vinos de Rosé de Antídoto, fruto del hallazgo de una lengua en el centro de una loma en un viñedo de Miño de San Esteban, que aporta todo lo que precisan para cada botella. Después de años de sabiduría y aprendizaje en la que calificó como “la escuela de mil años” que encuentran en las Viñas Viejas de Soria a las que “hay que hacer caso”.
La suerte que encontraron Sourdais y Hernando para llevar a cabo este proyecto está en el cuidado de los antepasados sorianos, porque mientras que en otros lugares se fue suprimiendo el albillo, “aquí no se ha quietado y esa es la fuerza”, reiteró el enólogo de Antídoto, porque gracias a esa herencia y el trabajo en el momento del prensado y el cuidado de conservación en barrica nueva, otorga esa identidad al Rosé. Se trata de un vino rosado del que presentaron las añadas del 2021, al que calificaron como “un año tranquilo”, del 2019, fruto de la “memoria fresca” del viñedo, así como del 2017, que ante la falta de agua costó sacar el viñedo adelante, para culminar en su cata vertical con el “genio” de la añada del 2015.
Y es que en bodegas Antídoto “contamos con un privilegio por la situación geográfica”, resaltó David Hernando, que fue el encargado de presentar las diversas añadas de su otra joya: La Hormiga, nombre que otorga al vino el paraje en el que empieza su producción. Así fue describiendo las peculiaridades de añadas como la del 2021, que superó no solo a Filomena, sino también maduraciones a 19 grados, que permitió crear “un vino abierto y afrutado”, para continuar con un 2018 que más tranquilo o un 2016 en que “la cantidad fue espectacular” y logró trasladar a cada botella y cada copa el carácter soriano de sobreponerse a las dificultades. Completó el viaje enológico Antídoto 2014, un vino del que solo se elaboraron 6.000 botellas, fruto de la selección de ese viñedo ubicado en una ladera de arcilla roja, pegada a unos chopos.
Un viaje que supone paciencia y tesón porque “en el punto de 5,7 o 10 años es donde más se disfruta de los vinos”, como recalcó Sourdais que junto con David prometieron nuevas ideas para próximas citas, mientras agradecieron la presencia de hosteleros y amantes del buen vino en Santa Clara, “un verdadero lujo poder disfrutar junto a vosotros”, como culminó su brindis Hernando.